Cuelgan cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo en Alhondiga de Granaditas

Las declaraciones y actitudes históricas de los principales jefes insurgentes en los juicios de Chihuahua, acerca de sus responsabilidades en la rebelión de 1810 y principios de 1811, nos dan una clara imagen de la verdadera situación en la que se encontraban los insurrectos en los primeros seis meses de lucha. Los procesos, bien documentados, comenzaron en los primeros días del mes de mayo de 1811

Cuelgan cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo en Alhondiga de Granaditas
Acatita-de-Bajan
Acatita-de-Bajan

Juicios de los Insurgentes

Miguel Hidalgo acepta los errores que lo llevaron a permitir -y hasta ordenar-los saqueos y matanzas indiscriminadas en Guanajuato o Valladolid entre otras más. Relata, profundamente arrepentido, su responsabilidad en todos los hechos reprobables que se llevaron a cabo durante su jefatura del movimiento.

Ignacio Allende acusa a Hidalgo de la gran destrucción y muerte que desde un inicio marcaron la rebelión. Declara que las acciones y malas decisiones del cura de Dolores fueron la causa de las fricciones y rompimiento entre los dos jefes, forzándolo a preparar un intento de asesinato sobre el jefe máximo.

Mariano Abasolo delata a todos sus compañeros con el fin de salvarse él mismo. Niega su responsabilidad en las matanzas y hasta afirma haber solicitado a Calleja el indulto. Algunos historiadores consideran las confesiones de Abasolo como un verdadero acto de traición y cobardía hacia los insurgentes y a el movimiento mismo.

Juan Aldama, al igual que Abasolo, negó toda responsabilidad en las decisiones importantes de la lucha y llegó al grado de declarar, en su afán de búsqueda de perdón, que no tuvo participación en las batallas de Aculco o Guanajuato.

Apenas finalizados los procesos a los que fueron sometidos los jefes insurgentes en la ciudad de Chihuahua, se dieron a conocer las esperadas sentencias:

Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez serían fusilados mientras que a Abasolo se le condenaría al destierro y prisión en España.

Miguel Hidalgo y Costilla fue fusilado el 30 de julio de 1811, casi un mes después de la muerte de sus compañeros Allende, Aldama y Jiménez, quienes habían sido fusilados -por la espalda- el 26 de junio del mismo año. A cada uno de ellos se les cortó la cabeza.

Los cuerpos sin vida de los cuatro insurgentes, junto con sus cabezas saladas y separadas, fueron expuestos al lado de la puerta principal del Hospital Real de Chihuahua.


Poco tiempo después, las cabezas se trasladaron a la ciudad de Guanajuato con el fin de exponerlas públicamente en la Alhóndiga de Granaditas. Cada cabeza fue introducida en una pequeña jaula de hierro que fue colgada en una de las cuatro esquinas exteriores del gran edificio.

 

Cuelgan cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo en Alhondiga de Granaditas
You are using Opennemas CMS
TRY IT NOW